Últimamente se habla mucho del 2012 y de lo que podría ocurrir ese año. La mayoría de las noticias al respecto nos hablan de destrucción y muerte; incluso se hizo una película que demuestra como será la destrucción del Planeta Tierra en diciembre de 2012.
Pero ¿por qué siempre pensamos en cosas negativas, que los cambios que sufrirá nuestro amado Planeta Tierra tienen que ser malos, tienen que traer la muerte y la destrucción de todos los seres vivos que habitan la tierra?
Pensemos que lo que ocurrirá en el 2012 será el fin de algo, si, pero no el fin de nuestro amado y querido Planeta Tierra, sino el fin de la dualidad. Que se producirán cambios, pero cambios positivos, ¿por qué siempre pensar lo peor?
Las Profecías Mayas que muchos citan, para hablar de lo que ocurrirá en el 2012, señalan que ese año habrán cambios, pero que no todos son negativos ni causarán la destrucción de la humanidad. Podríamos decir que 2012 será el año en que se ponga punto final al materialismo, al miedo que vive la humanidad.
Lo que si está claro es que será un año de grandes y trascendentales cambios y tenemos que reconocer que todo se está moviendo, pero en un "divino alineamiento" para el plan divino en el Planeta Tierra.
Este plan divino para la tierra no es algo que está determinado, pues todo depende de nosotros mismos, de las creaciones que hagamos con nuestros pensamientos y de la ayuda que podamos prestar enviando a la atmósfera pensamientos bellos, de paz, amor, alegría.
Espiritualmente se habla de grandes cambios para la Tierra, pero cambios en positivo, no debemos temer a esos cambios, la sanación del Planeta es necesaria, y por eso no debemos temer. Hay que pensar que el futuro de la tierra es brillante y no prestar oídos a las voces de quienes esperan para 2012 muerte y destrucción, "no hay nada que temer".
Instalen esta frase en sus corazones: "No hay nada que temer". La oscuridad tratará de atrapar a la mayor cantidad de personas con informaciones catastróficas, no lo permitan, porque el miedo debilita, repitan constantemente: "No hay nada que temer, no estoy solo", y sientan que permanentemente hay una ayuda divina para todos los seres humanos.