El accidente nuclear en Japón debe llamar a la reflexión a todos los gobiernos del mundo. Situación como la ocurrida en esa nación, azotada por un fuerte terremoto y el posterior tsunami, que causó graves daños a las plantas nucleares, debe ser motivo de análisis por parte de los jefes de estado de las naciones que desarrollan este tipo de energías.
Resulta paradójico que Japón, siendo el país que sufrió los ataques de dos bombas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial -Hiroshima y Nagasaki- hoy esté viviendo esta situación, que pone en peligro la vida no solo en esa nación, sino en otras naciones del mundo.
La Energía Nuclear es un arma de "doble fijo" y ello lo demuestra la actual crisis que viven los japoneses, que a pesar de poseer una alta tecnología, no saben como controlar la contaminación que se filtra de la Planta Nuclear de Fukushima I; el agua que sale de ella se está vertiendo al Océano Pacífico contaminándolo.
A pesar de los esfuerzos que hacen los técnicos de la planta, el peligro de una catástrofe aún mayor sigue latente. Las autoridades han informado del incremento del nivel de yodo en el agua, así como la contaminación de los productos agrícolas. Ello sin tomar en cuenta el grave daño que se hace a la Naturaleza.
Todo este panorama debe ser motivo de reflexión para los gobiernos del mundo que hoy desarrollan este tipo de energía. Los seres humanos estamos contaminando al planeta, le estamos causando daño y nos estamos dañando a nosotros mismos.
Como lo he dicho en numerosas oportunidades, la Tierra está en un proceso de cambio, las energías que están llegando son cada vez más intensas, y lo ocurrido en Japón podemos tomarlo como un "llamado de alerta" que nos formula la Tierra para evitar que este tipo de energía siga siendo desarrollado.
Ya sabemos los graves daños que causó, a varias generaciones de seres humanos, el accidente nuclear de Chernobyl en la década de los 80. Es hora que busquemos otra fuente de energía que no contamine el ambiente ni ponga en peligro la vida en toda su magnitud.
La Madre Tierra nos está pidiendo que hagamos conciencia del daño que somos capaces de hacer los seres humanos, cuando no medimos las consecuencias de nuestros actos.
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